FERIA DE GANADOS

feria_de_ganados_antigua-jpg_2124171363Eran famosas las ferias antiguas de ganados de Fuente Álamo… Ha habido de todo en sus celebraciones, tiempos mejores y tiempos peores, pero siempre fue un hecho innegable esa variedad, el tumulto de gente, la fama y el reconocimiento como Feria de primera en todos los contornos. Esa grandiosidad del festejo es lo que observamos en la prensa escrita de principios del siglo XX y en los programas de mano que han llegado hasta nosotros. Programas en los que se reflejan las celebraciones de carreras pedestres, circo, tiro al plato organizado por la Sociedad de cazadores de esta Villa, natación y conciertos musicales.

La Feria de Fuente Álamo no fue nunca de caballos de pura raza, sino de animales de tiro y carga, y algunos más especiales de los llamados de paseo. Tratantes, ganaderos, comerciantes, posaderos, vendedores ambulantes y todos los profesionales que giraban alrededor de este mundo del ganado se beneficiaron del auge que alcanzaron el Mercado y la Feria de esta Villa. Dicen los ancianos de la comarca que no hubo otra Feria ni otro Mercado de Ganados más importante en la Región que la de Fuente Álamo.

El 8 de abril de 1911 fue uno de los mejores mercados, con casi 20.000 cabezas de ganado, y muchas transacciones. Para Barcelona, salieron casi 15.000 reses. El periódico «Murcia Sindical», de 5 de junio de 1949, señalaba que, para ver la importancia de esta Feria, solo hacía falta asomarse al puente sobre la Rambla y contemplar la cantidad de ganado caballar, asnal, mular y de vacuno, carros típicos valencianos, y gentes vendedores y tratantes vestidas con la típica blusa.

Era curioso asistir al entramado que se establece alrededor de una compraventa, la parafernalia de gente y palabrerío que se forma en torno al trato. Lenguaje típico, apretones de manos, trasiego de billetes de una mano a otra, mano al bolsillo, intermediarios, jaleantes alrededor y, en resumen, a veces, el gran engaño o la gran mentira piadosa. ¿Quién puede más?.

El animal en venta se preparaba durante los días anteriores y, sobre todo, antes de trasladarlo a la rambla del Fraile: bien comido y bebido los últimos días, si había que dar algún tinte a la capa de pelo se le daba, y si algún remedio casero le disimulaba la cojera producida porque se había «enfosao», pues, mejor que mejor. Dando una vuelta por la Feria, el comprador reconocía al animal a ver qué tal andaba de salud. Miraba los dientes para calcular la edad, los cascos por si tenía «esparabanes», le daba con la gayá en los corvejones a ver si era cocero y, después, lo corrían a lo largo de la rambla para ver si cojeaba o no. Una vez finalizado el examen, comenzaba el trato.

La Feria había llevado muchos altibajos desde que se instituyó oficialmente como tal en 1869. A veces se suspendió por problemas epidémicos de cólera o fiebres tercianas, otras por acontecimientos políticos y, en ocasiones, por enfermedades que afectaban al ganado equino.

La Feria de 1966 sería la última Feria de Ganados organizada en la Villa de Fuente Álamo. Casi 100 años de tradición se quedaron en la Rambla del Fraile y tendría que transcurrir otros 40 años para que volviese a resurgir aquel festejo.

 

Fuente:

«Más que una Tradición. Feria y Mercado de Ganados de Fuente Álamo de Murcia». Andrés Nieto Conesa (2006)